Hola, ¿qué tal está?... Hágame un favor, eche un vistazo a su alrededor, intente encontrar algún objeto o prenda que no haya sido fabricado por los chinos… ¿Ha habido suerte?... ¿Difícil, verdad?... Y es que una de cada tres manufacturas que utilizamos habitualmente tiene en su etiqueta Made in China…
Si el ya parece que lejano siglo XX tuvo el color de las barras y estrellas americano, con un triunfador indiscutible como potencia hegemónica mundial en los Estados Unidos, este XXI comienza con un intenso tono amarillo…
China, y junto a ella algunos de los países del cada vez más cercano y familiar Oriente, es el gigante a lomos del cual cabalgamos todos los demás humanos… No sólo es que sea capaz de copiar cualquier instrumento por muy sofisticado que sea con una apariencia prácticamente idéntica e inundar con él todos los mercados mundiales, sino que se ha convertido en el banquero del mundo, atesorando incluso la mayor parte de la deuda del otrora gigante estadounidense… Construye carreteras y explota los recursos naturales de África, lanza satélites al espacio, tiene uno de los ejércitos más poderosos del mundo y abre restaurantes y tiendas en prácticamente todas las esquinas de las ciudades occidentales…
Para cualquier oyente no instruido, que no es el caso de usted, pudiera parecer que en un mundo férreamente capitalista, donde los mercados neoliberales dominan el flujo económico de las mercancías y el dinero, sería el país que hubiese llevado a la práctica los más puros ideales capitalistas el que consiguiera el estatus dominante… Pero no, porque aunque China sea capaz de copiarlos tan bien, al menos en teoría es un país comunista, además en una de sus ramas más fanáticas, el maoísmo…
Así que tenemos la enorme paradoja de que en este mundo librecambista y mercantilista el que manda es un comunista…
Parece un misterio como un país de fundamentos marxistas se ha convertido en el mayor accionista de los enigmáticos mercados, aunque en definitiva parece que tiene algo que ver con que los chinos trabajan como tales…
En fin, feliz Año del Conejo…
Si el ya parece que lejano siglo XX tuvo el color de las barras y estrellas americano, con un triunfador indiscutible como potencia hegemónica mundial en los Estados Unidos, este XXI comienza con un intenso tono amarillo…
China, y junto a ella algunos de los países del cada vez más cercano y familiar Oriente, es el gigante a lomos del cual cabalgamos todos los demás humanos… No sólo es que sea capaz de copiar cualquier instrumento por muy sofisticado que sea con una apariencia prácticamente idéntica e inundar con él todos los mercados mundiales, sino que se ha convertido en el banquero del mundo, atesorando incluso la mayor parte de la deuda del otrora gigante estadounidense… Construye carreteras y explota los recursos naturales de África, lanza satélites al espacio, tiene uno de los ejércitos más poderosos del mundo y abre restaurantes y tiendas en prácticamente todas las esquinas de las ciudades occidentales…
Para cualquier oyente no instruido, que no es el caso de usted, pudiera parecer que en un mundo férreamente capitalista, donde los mercados neoliberales dominan el flujo económico de las mercancías y el dinero, sería el país que hubiese llevado a la práctica los más puros ideales capitalistas el que consiguiera el estatus dominante… Pero no, porque aunque China sea capaz de copiarlos tan bien, al menos en teoría es un país comunista, además en una de sus ramas más fanáticas, el maoísmo…
Así que tenemos la enorme paradoja de que en este mundo librecambista y mercantilista el que manda es un comunista…
Parece un misterio como un país de fundamentos marxistas se ha convertido en el mayor accionista de los enigmáticos mercados, aunque en definitiva parece que tiene algo que ver con que los chinos trabajan como tales…
En fin, feliz Año del Conejo…
No hay comentarios:
Publicar un comentario