Hola, ¿qué tal está? No sé a usted, pero a mí la gente, y en concreto la de este pueblo, me sigue sorprendiendo… En pleno siglo XXI, cuando Internet es prácticamente un derecho, y se compra y se vende casi todo sin moverse uno de casa, hay personas capaces de pasar una gélida noche de enero a la intemperie para comprar una entrada de un espectáculo de Carnaval…
Esa es una… La otra es que orgullosos de nuestras cosas como somos, un día aparecemos estirados y encorbatados en solemnes actos de presentaciones en el incomparable marco del Teatro Cardenio para el siguiente hacer candelas y asar sardinas en los lustrosos escalones del mismo sitio sin que a nadie se le caiga un anillo…
Puede que los teóricos del Carnaval, yo en absoluto lo soy aunque confieso que es una de mis fiestas favoritas, consideren la compra de entradas como la primera actividad oficiosa del Carnaval de calle… Argumentos no le faltan, a las candelas se unen las guitarras, la gente embozada en mantas y puede que algún disfraz… Además, está el no desdeñable asunto de que acuden cada vez más cantidad de curiosos y ociosos espectadores espoleados por lo racial y folclórico de tan peculiar tarea… Me dicen que incluso a la mañana siguiente no son muchos los chavales que acuden a clase…
Yo en cambio, en mi ignorancia, considero que es estampa más propia de barrios y lugares a los que, peyorativamente, llamamos “marginales” y me atrevo a sugerir que en futuras convocatorias para completar la estampa pongan a unas monjitas repartiendo sopas calientes en una de las esquinas del Cardenio y recorriendo la calle un par de guardias civiles a caballo con tricornio y todo… Como debe ser…
Que tenga usted un buen día…
Esa es una… La otra es que orgullosos de nuestras cosas como somos, un día aparecemos estirados y encorbatados en solemnes actos de presentaciones en el incomparable marco del Teatro Cardenio para el siguiente hacer candelas y asar sardinas en los lustrosos escalones del mismo sitio sin que a nadie se le caiga un anillo…
Puede que los teóricos del Carnaval, yo en absoluto lo soy aunque confieso que es una de mis fiestas favoritas, consideren la compra de entradas como la primera actividad oficiosa del Carnaval de calle… Argumentos no le faltan, a las candelas se unen las guitarras, la gente embozada en mantas y puede que algún disfraz… Además, está el no desdeñable asunto de que acuden cada vez más cantidad de curiosos y ociosos espectadores espoleados por lo racial y folclórico de tan peculiar tarea… Me dicen que incluso a la mañana siguiente no son muchos los chavales que acuden a clase…
Yo en cambio, en mi ignorancia, considero que es estampa más propia de barrios y lugares a los que, peyorativamente, llamamos “marginales” y me atrevo a sugerir que en futuras convocatorias para completar la estampa pongan a unas monjitas repartiendo sopas calientes en una de las esquinas del Cardenio y recorriendo la calle un par de guardias civiles a caballo con tricornio y todo… Como debe ser…
Que tenga usted un buen día…
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