domingo

REENCUENTRO POÉTICO. 30 AÑOS DE "POESÍA JOVEN EN AYAMONTE"

La historia grande y la historia pequeña tienen algo en común: un individuo pone una palabra a mover las alas y se desata un vendaval, en Indonesia o a un beso de distancia. Hoy estamos aquí porque a Aurora Cañada, tal vez en un ataque de saudade, se le escapó una palabra y esa palabra fue volando y rodando como aquella bolsa de plástico de American Beauty, de su cabeza a su boca, de su boca al aire, del aire a la ilusión, hasta caer fecundada como una verdad con ganas de nacer en los brazos de Diego Mesa, nuestra particular Inmaculada. Habría que preguntarles a ellos dos cómo se las ingeniaron para, tan castamente, haber engendrado esta criatura a la que se ha bautizado con el nombre de Reencuentro.
Queridos amantes y amigos de la poesía, hoy estamos aquí convocados para celebrar casi treinta años de un librito lleno de faltas de ortografía que fue un hito en el impulso poético de este pueblo. Independientemente de la calidad de los versos que contiene, la singularidad de este libro,Poesía Joven de Ayamonte, fue abrir un espacio notable para un grupo nuevo y joven –todos ellos con menos de 30 años--que comenzaba a exponer en esta blanca y luminosa lo que escribía por entonces.
La poesía ha existido siempre en todas partes. Basta abrir los ojos o poner la oreja o las manos. La poesía, sea de tono más popular o más culto, más comedida o más libre, ha vivido siempre en las calles y en los libros. Este libro, sin embargo, traía algunos elementos novedosos al ámbito en que veía la luz, Ayamonte. En buena medida, intentaba marcar distancia dentro de un panorama poético local dominado –en su vertiente más humana, sentida y tribal-- por canciones populares de diferente tipo (del villancico al fandango o la saeta, pasando por las coplas de Carnaval) y –en su vertiente más erudita-- por el cajetín o rincón poético obligatorio en las publicaciones que iban surgiendo con cadencia mensual o anual en Ayamonte (periódicos, revistas, folletines, programas o álbumes de fiestas y celebraciones, etc.), la mayoría de las veces, y perdonadme si exagero, entregado de forma insistente a lo laudatorio, al lugar común y al ripio.
Poesía joven en Ayamonte era el corolario de una sucesión de recitales y lecturas en los que Eladio Orta, Jesús Fernández, Aurora Cañada, los más veteranos y constantes, junto con otros más imprevisibles como Javier, el fallecido Ignacio León, el interdisciplinar Antonio Miravent, Diego Mesa o este que os habla, fuimos poniendo cuerpo, voz, música o imagen a lo que íbamos escribiendo. En el ambiente sonaba muy cercano aquel conocido poema de Gabriel Celaya musicado por Paco Ibáñez: “La poesía es un arma cargada de futuro”. Visto en la distancia, en aquellos años de muertes frescas, transiciones políticas, movimientos estudiantiles y golpes de estado fallidos, teníamos algo de gudaris del verso, guerreros del verso, con un fuerte ramalazo izquierdista, claro está. Un izquierdismo o progresismo o anticonvencionalismo que, sin ser absolutamente definitivo ni definitorio, se deja entrever en los temas, en los recursos formales y retóricos y en las referencias literarias que servían de inspiración. El caso más paradigmático es, sin lugar a dudas, el de Eladio Orta, tanto por su fecunda trayectoria como por la singularidad de su arte poética, comprometida ideológicamente siempre, cuando no claramente programática o provocadora, ya sea en los temas o en la lengua que le sirve de vehículo.
En definitiva, este librito es la expresión local, ayamontina, de la inquietud literaria de la generación que le dio vida, desde el intimismo y el narcisismo inherente a la edad de los escribidores, hasta la necesidad de marcar territorio, como otra tribu más con derecho a ondear sus banderas. El tiempo y las circunstancias se encargan siempre de colocar en su sitio a los sujetos y los objetos de la historia, a las palabras y a sus consecuencias.
Y, ya puestos, acabo este ditirambo generacional, algo académico y melancólico, con un deseo: que las palabras nuevas que hoy se hagan al aire o los ecos de las palabras de otrora continúen sirviendo para sentir y percibir cada vez más.
José León Acosta Carrillo

3 comentarios:

máncora dijo...

Me sabe mal el no haber estado allí, y no voy a poner la excusa de que no me había enterado; otro compromiso me tenía en otro lugar.
Que treinta años no es nada para estas personas. Todos y cada una de ellas han evolucionado en sus diferentes ocupaciones pero todos o casi todos siguen manteniendo el compromiso que tenían a los veinte años, ese compromiso de izquierdas para hacer una sociedad más justa...Que treinta años no es nada.

Malia León dijo...

Estoy segura que mi tío no se lo hubiera perdido.
Saludos!

Anónimo dijo...

os conocemos a todos. Hemos estado presentes, pero nos ha emocionado profundamente el pequeño homenaje que habéis rendido a Ignacio León del que tan buen recuerdo guardamos. Es verdad que tenía momentos no lúcidos pero en los demás era un genio.Para nosotras fué una rosa por la mañana en la puerta; un poema, un abanico pintado... EL LIBERTARIO.

Un abrazo en el recuerdo.