miércoles

LA ESQUINA. SER COSTA DE LA LUZ. 02.09.10





Cacas de perro

Hola, ¿qué tal está?... Paso a menudo por la calle Lope de Vega, ya sabe la que corre junto al estero que delimita uno de los bordes del Salón de Santa Gadea en Ayamonte… No hace mucho inauguraron una intervención urbanística en su orilla que consiste fundamentalmente en un paseo peatonal con la incorporación de bancos y un carril bici… Puede que no contente a todos el resultado estético y que sea francamente mejorable en algunos de sus elementos y materiales, pero considero muy oportunos los objetivos que creo se marcaron los que pensaron el arreglo… Peatonalizar una orilla degradada para el disfrute del paisaje que conforma nuestro litoral, la marisma, me parece conveniente…
La sabiduría popular, inmejorable en los apodos, ha bautizado al lugar como El paseo de los perros… Le ahorraré los detalles escatológicos del porqué del mote… Si usted pasea por allí tendrá que sortear esos detalles en forma de infames montoncitos apestosos…
Podrá además darse cuenta, y cabrearse si es sensible al deterioro del mobiliario urbano, como han destrozado meticulosamente con algún objeto punzante los focos junto a los bancos o como han arrancado los arbolitos de los maceteros…
Ignoro el placer que sentirá una persona, por llamarla de alguna manera, al estropear conscientemente un elemento que mejora su calidad de vida y que, además, ha sido pagado con su dinero o con el de sus padres… Pero deduzco que en el fondo está el sentimiento de no percibir como suyo lo que esta mas allá de las puertas de su casa… Seguro que aquel que deja un mojón de perro en medio de una calle no aguanta una pelusa en el salón de su vivienda…
Es claro que se trata de una cuestión de educación básica y que algo hemos mejorado desde la Edad Media, de hecho ya no tiramos cubos llenos de meado por las ventanas, pero parece que no hemos hecho lo suficiente…
Sin duda tenemos que empezar por nosotros mismos esforzándonos por desterrar vicios bien arraigados, sigo viendo a gente muy educada tirar colillas a la calle o dejar las bolsas de basura en medio de la arena, pero también entiendo que, a veces, debemos convertirnos en militantes defensores de lo público, intolerantes con los desaprensivos, no teniendo escrúpulos ni vergüenza en llamar la atención a aquellos que cometen una tropelía en nuestras narices…
Aunque, a veces, esto a mi me ha costado más de un enfrentamiento, lo prefiero a tener que renunciar a pasear junto a la marisma, o, y perdonen la expresión, a que me coma la mierda de perro…







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