domingo

CASTILLOS EN EL AIRE

CAPITULO 2: LA DEMOCRATIZACIÓN DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN.

Hace ya mucho tiempo que los políticos descubrieron el enorme potencial de los medios de comunicación para hacer propaganda de sus actividades. Se puede hacer muy mal o no hacer nada, pero el empeño en vender positivamente su imagen y sus logros es un objetivo fundamental de su cartera política. Para esto no se escatiman medios: se crean gabinetes de prensa que filtran adecuadamente las noticias, se compran espacios en medios independientes que alaben su labor, se montan radios y televisiones a su imagen y semejanza, o en el colmo del desvarío, se censuran opiniones adversas, se vetan grupos no afines y se persiguen a periodistas críticos.
El control y tamizado de la información es, pues, con más o menos matices, con menor o mayor descaro, moneda corriente en todo el arco político, desde el PP a IU, pasando por supuesto por el PSOE, que en esta materia puede dar sopas con honda a más de un incrédulo.
Lo cierto es que los ciudadanos también lo saben y a eso se debe el descrédito monumental de los medios de comunicación, especialmente públicos, cuya organización y contenidos depende del grupo político gobernante. Sin tener que viajar a la Córdoba de IU, al Madrid de Esperanza Aguirre o al Canal Sur de Chaves, lo que digo puede ejemplificarse de manera nítida en el Ayamonte del bipartito PSOE-PA.
Desde la creación de la radio y la televisión municipales, en los tiempos de los socialistas Isaías Pérez Saldaña y Rafael González González, respectivamente, la censura a opiniones críticas y el veto a personas y grupos no afines, sin entrar en los meros contenidos, han sido una de las pautas fundamentales de su funcionamiento. De esto que digo no hay solamente pruebas en las hemerotecas y archivos de estos medios, en los que rastrear la aparición de un comentario impertinente para con los gobernantes es una tarea de arqueología utópica, sino también en algunos documentos que tuvieron que grabarse, por razones obvias, de forma subrepticia y en los que, esta vez sin cortes, algún gobernante llama a la persecución de las opiniones contrarias.
Pareció que con la entrada de Antonio Rodríguez Castillo en la alcaldía y la constitución de la Comisión de Control de los Medios Municipales comenzaba una nueva etapa esperanzadora de cambio necesario en la gestión de los medios. Un año y medio después puedo constatar que yo también era un incrédulo y que hubo que hacer mucho esfuerzo para que nada cambiase.
El PSOE, que en el pacto cedió la gestión cultural, y por ende la de los medios municipales, a un incapaz místico andalucista, ha mirado para otro lado como si la cosa no fuera con el y no tuviera responsabilidades en la continuidad de las miserias democráticas de la radio y televisión municipales. Su despreocupación no nos hace olvidar que Castillo era secretario local socialista en los tiempos de la más férrea censura, que ahora, como alcalde, es el último responsable de la gestión municipal y que el rasputín que mantiene un despacho vecino al suyo como asesor (¿??) es el mismo que dirigió la radio municipal en sus años más siniestros y que hundió la legendaria “Gaceta de Ayamonte”.
Si alguien quiere evaluar la gestión del bipartito en estos pretendidos nuevos tiempos no tiene mas que mirar la televisión Guadiana, en la que entre tópico y tópico, la retransmisión en diferido de los plenos municipales a mayor gloria del alcalde se presenta como una prueba definitiva del cambio. ¡¡Lo que es de obligado cumplimiento como argumento de generosidad democrática!!Mientras intentan hacernos creer que la caspa es una hermosa nevada y que la culpa la tiene la modernidad en forma de digitalización.

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