jueves

LA ESQUINA. SER COSTA DE LA LUZ. 14.10.10

Ya no quedan lugares para soñar...



Hola, ¿qué tal está?... Entre tanta mala noticia, alguna tristísima y desgarradora, pasa casi desapercibida una que no por esperada deja de ser una señal de los grises y duros tiempos que vivimos… Han cerrado los cines de Ayamonte… Es cierto que el escueto cartel que saluda al despistado espectador, “Cerrado temporalmente”, no aclara ni los motivos ni la duración, pero de cualquier forma no nos ha durado mucho la alegría de tener cerca la posibilidad de ver películas de estreno en pantalla grande y con buen sonido…
Las crisis son propicias para la caída de símbolos, y este era uno de aquellos que vino junto con un centro comercial para hacernos creer que los tiempos opulentos no tendrían fin…
Muy lejanos ya aquellos años de las grandes salas decadentes como el Cine Emperador de Huelva, el Gran Vía de Isla Cristina o el Cardenio de Ayamonte, donde algunos cimentamos nuestro amor por el séptimo arte en inolvidables tardes de domingo llenas de sueños y pipas, el espejismo del progreso económico pareció darle nuevos bríos al aliar la cultura con el consumo… Junto a las franquicias de ropa y las pizzerías se colocaba un multicines en una especie de doble moral mediante la que los apóstoles del consumismo se daban una pátina de salvadores de la cultura de masas y estos se agarraban al clavo ardiendo de una posible salvación al acercar su arte a todas las capas sociales… El Centro Comercial convertido en la nueva catedral contemporánea quiso reunir dentro de sus límites al comprador compulsivo con el refinado cultureta…
Si al Cardenio y al Gran Vía pareció cerrarles el invento del vídeo, al Multicines le da la puntilla Internet y los múltiples canales de la televisión digital donde la oferta es inagotable e inabarcable… Sin embargo, siendo en parte cierto tan superficial y apresurado análisis, la verdad es mucho más compleja y me temo que inquietante…
Lo cierto es que esta crisis económica y financiera también es una crisis cultural en la que los nuevos formatos y los modernos medios tecnológicos nos empujan cada vez más hacia el deleite individualista y solitario, ya no hay sitio para el gozo colectivo… Eso sin nombrar la falta de ideas, imaginación e iniciativas de los gestores culturales, empeñados en darle bola a lo de siempre…
Es verdad que cuando el presupuesto aprieta lo primero que recortamos es en el capítulo cultural y de ocio, pero también lo es que cuando en nuestros pueblos cierra una librería, un cine o se suspende un concierto todos nos volvemos un poco más rudos, más primitivos… Parece que cada vez quedan menos lugares para soñar…


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